Ya lo decía don Quijote
“Desayuna como rey, come como príncipe y cena como mendigo”
La única manera de evitar la
obesidad es comer sano.
V.M. León
La única manera de evitar la obesidad es comer sano y en función de nuestras necesidades e incrementar el gasto energético mediante la actividad y el ejercicio físico. Una alimentación sana y equilibrada es aquella que nos aporta todos los requerimientos energéticos y de nutrientes que necesitamos para vivir y funcionar adecuadamente y no pone en riesgo nuestra salud y calidad de vida.
La solución parece sencilla y se puede resumir en unos sencillos consejos: comer cinco veces al día –desayuno, almuerzo, comida, merienda y cena–; desayunar bien y cenar frugalmente; tener una dieta rica y variada; incrementar el consumo de frutas y verduras; reducir el consumo de grasas sobre todo saturadas –grasas animales y algunas grasas vegetales–; reducir el consumo de fritos e incrementar los cocinados a la plancha o hervidos; reducir el consumo de azucares refinados e incrementar los alimentos integrales; no consumir alcohol o hacerlo con moderación –menos de dos vasos de vino al día o equivalente–.
Todos estos consejos son de todos conocidos. Ya en el Quijote, el caballero de la triste figura, recomienda a Sancho Panza: “Come poco y cena más poco, que la salud de todo el cuerpo se fragua en la oficina del estómago”; o el refrán popular que dice: “Desayuna como rey, come como príncipe, y cena como mendigo”. […]
La única manera de evitar la obesidad es comer sano y en función de nuestras necesidades e incrementar el gasto energético mediante la actividad y el ejercicio físico. Una alimentación sana y equilibrada es aquella que nos aporta todos los requerimientos energéticos y de nutrientes que necesitamos para vivir y funcionar adecuadamente y no pone en riesgo nuestra salud y calidad de vida.
La solución parece sencilla y se puede resumir en unos sencillos consejos: comer cinco veces al día –desayuno, almuerzo, comida, merienda y cena–; desayunar bien y cenar frugalmente; tener una dieta rica y variada; incrementar el consumo de frutas y verduras; reducir el consumo de grasas sobre todo saturadas –grasas animales y algunas grasas vegetales–; reducir el consumo de fritos e incrementar los cocinados a la plancha o hervidos; reducir el consumo de azucares refinados e incrementar los alimentos integrales; no consumir alcohol o hacerlo con moderación –menos de dos vasos de vino al día o equivalente–.
Todos estos consejos son de todos conocidos. Ya en el Quijote, el caballero de la triste figura, recomienda a Sancho Panza: “Come poco y cena más poco, que la salud de todo el cuerpo se fragua en la oficina del estómago”; o el refrán popular que dice: “Desayuna como rey, come como príncipe, y cena como mendigo”. […]
Como bien se observa en el artículo anterior, el desayuno ha de ser la comida «reina» del día. De ello nos da ya buena cuenta nuestro ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha en el capítulo XLII, De los consejos que dio don Quijote a Sancho Panza antes que fuese a gobernar la ínsula, con otras cosas bien consideradas. ¿Qué imaginas que desayunaría nuestro caballero en sus andanzas por Castilla? Ten en cuenta la descripción que se aporta de su aspecto físico: De don Quijote se lee en el capítulo I «frisaba la edad de nuestro hidalgo con los cincuenta años. Era de complexión recia, seco de carnes, enjuto de rostro» (Primera parte,); y en el capítulo XIV, de boca del bachiller Sansón Carrasco se le lo describa como «hombre alto de cuerpo, seco de rostro, estirado y avellanado de miembros, entrecano, la nariz aguileña y algo corva, de bigotes grandes, negros y caídos»
Por
otro lado, en el Capítulo LI, Del progreso del gobierno de Sancho Panza, con otros sucesos tales como buenos, la acción parte del momento
del desayuno. Lee el fragmento.
Amaneció el día que se siguió a la
noche de la ronda del gobernador, la cual el maestresala pasó sin dormir,
ocupado el pensamiento en el rostro, brío y belleza de la disfrazada doncella;
y el mayordomo ocupó lo que della faltaba en escribir a sus señores lo que
Sancho Panza hacía y decía, tan admirado de sus hechos como de sus dichos:
porque andaban mezcladas sus palabras y sus acciones, con asomos discretos y
tontos.
Levantóse, en fin, el señor gobernador, y, por orden del doctor Pedro Recio, le hicieron desayunar con un poco de conserva y cuatro tragos de agua fría, cosa que la trocara Sancho con un pedazo de pan y un racimo de uvas; pero, viendo que aquello era más fuerza que voluntad, pasó por ello, con harto dolor de su alma y fatiga de su estómago, haciéndole creer Pedro Recio que los manjares pocos y delicados avivaban el ingenio, que era lo que más convenía a las personas constituidas en mandos y en oficios graves, donde se han de aprovechar no tanto de las fuerzas corporales como de las del entendimiento.
Con esta sofistería padecía hambre Sancho, y tal, que en su secreto maldecía el gobierno y aun a quien se le había dado; pero, con su hambre y con su conserva, se puso a juzgar aquel día, y lo primero que se le ofreció fue una pregunta que un forastero le hizo, estando presentes a todo el mayordomo y los demás acólitos, que fue:
Pensó el huésped que el
haberle llamado castellano, habia sido por haberle parecido de los sanos de
Castilla,
aunque él era andaluz, y de los de la playa de San Lúcar, no menos ladron que
Caco, ni menos maleante, que estudiante ó page; y así le respondió:—Segun eso,
las camas de vuestra merced serán duras peñas, y su dormir siempre velar; y
siendo así, bien se puede apear con seguridad de hallar en esta choza ocasion y
ocasiones para no dormir en todo un año, cuanto mas en una noche: y diciendo
esto, fué á tener del estribo á Don Quijote, el cual se apeó con mucha
dificultad y trabajo, como aquel que en todo aquel dia no se habia desayunado.
Dijo luego al huésped que le tuviese mucho cuidado de su caballo, porque era la
mejor pieza que comia pan en el mundo. Miróle el ventero, y no le pareció tan
bueno como Don Quijote decia, ni aun la mitad: y acomodándole en la
caballeriza, volvió á ver lo que su huésped mandaba, al cual estaban desarmando
las doncellas (que ya se habian reconciliado con él), las cuales, aunque le
habian quitado el peto y el espaldar, jamas supieron ni pudieron desencajarle
la gola, ni quitarle la contrahecha celada, […]
La falta de un buen desayuno tiene tanto en
Sancho como en Quijote consecuencias tanto físicas como intelectuales,
descríbelas. Diseña a continuación un buen desayuno que hubiese ayudado a
Sancho a hacer uso del buen juicio y a Quijote a desmontar del caballo con
agilidad.
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